ATENCIÓN
cuerpo y diseño...
lo encontré entre los comentarios de un blog más que interesante... Su autor Sergio Gaut vel Hartman, y el blog Breves no tan breves. Ah, el comentario corresponde a este texto de Sergio.
ARTE Y DISEÑO CONTEMPORANEO Y DIGITAL
cito sólo dos párrafos:
[...]
La Orgonomía indica que el paso de lo sensible hacia lo racional es dado por la lectura que el intelecto hace de la información obtenida por autopercepción. Denomina a esto «pensamiento funcional»: el intelecto transcribe a códigos simbólicos el conocimiento sensible recibido por el cuerpo en forma de sensaciones. Se presenta entonces otra condición: la necesidad de una recepción consciente de las sensaciones corporales. Podemos agregar que lo que la cultura denomina como las diferentes formas de arte no sería otra cosa que los diferentes resultados posibles según sea el tipo de código simbólico en que se transcriban las sensaciones (visuales, sonoras, lingüísticas, gestuales).
Tratemos de ubicar en el contexto de la teoría expuesta hasta aquí la etapa de búsqueda creativa que se desarrolla en el diseño. Los diseñadores acordamos que cuando nos instalamos en la fase de búsqueda creativa, frente al papel o a la computadora, vamos entrando en un estado que podría describirse como de intensa atención sobre el objeto que estamos creando. Pasamos a fusionarnos con él, a entregarnos a la tarea, al tiempo que mantenemos una permanente vigilancia sobre nosotros mismos. Estamos sensibles y alertas a lo que se va configurando como posibilidad en un espacio que se siente compartido con el objeto de estudio. Las «ideas» surgen espontáneas, como salidas de la nada.
[...]
Reina de Espadas
.
y ¿quién es o qué es la Reina de Espadas en las cartas del tarot?
La Reina de Espadas es una de esas raras cartas en las que su significado tradicional no se desprende exactamente del cruce entre palo y número.
Y es feo.
Los significados tradicionales de la carta son: viudez, melancolía femenina, ausencia femenina y severidad sin amor.
En mi experiencia personal, apareció siempre en constelaciones de cartas que indicaban severos problemas con la imagen materna y femenina.
La Reina de Espadas, como sensación interna, señala la percepción de una fuerte hostilidad o rechazo por parte de la madre en la infancia del consultante.
Como circunstancia, señala el desinterés de una mujer por otra persona, que puede llegar hasta la ajenidad total y el no reconocimiento de dicha persona como ser humano, despertando lo peor del potencial manipulador de un individuo: aquel espacio donde considera al otro, a sus debilidades y necesidades, como simple material instrumental.
Esta carta no tiene una contraparte masculina: no hay figuras masculinas en el resto del mazo que indiquen esta disposición, a menos que la carta aparezca “en contexto” (relacionada con otras cartas, invertida, etc).
Esto puede estar vinculado a la idea de ausencia de una forma especifica de amor, que es la única que debe, desde el marco teórico del tarot, permanecer libre de las características impositivas y autoritarias de la espadas, que es el amor materno.
La aparición de esta carta, como la de todas, puede estar aludiendo a una mujer, un hombre, o un aspecto interno del consultante, pero está señalando siempre una actitud precisa, desde una posición precisa: por algún motivo, se espera de una persona o circunstancia apoyo afectivo, no del tipo que se da entre pares (amigos, pareja), sino del tipo que se da “de arriba hacia abajo”, de padres a hijos y, dentro de esto, todavía de una manera más específica, que es la materna.
El amor paterno se caracteriza por el vigor (que modela al hijo conforme del molde socialmente aceptado) y el cuidado protectivo (que defiende del afuera), el amor materno se caracteriza por la blandura (que acepta al hijo de manera incondicional) y el cuidado contenedor y regenerativo (que alimenta el adentro). Es importante recordar que no estamos hablando de “papa y mama” sino de “cualidades masculinas y femeninas” desde la teoría del tarot, que necesita aislar elementos precisos y diferenciados.
Esta carta indica que en el lugar donde la persona espera encontrar el tipo de afecto contenedor y regenerativo encuentra, en vez de eso, severidad o ausencia.
Juicio, reproche y autoritarismo.
Lo negativo de las cualidades masculinas en un puesto destinado a lo positivo de las cualidades femeninas.
El cruce del autoritarismo de las espadas con un envoltorio “femenino” (recordemos que no es necesariamente una mujer, pero puede ser alguien- una persona, una actitud- de “rol femenino”: un amigo que te escucha, por ejemplo), da pie a una forma específica de manipulación basada en el engaño, expresado en frases del tipo “es por tu bien”, “quien te quiere te aporrea”, “si vos fueras bueno yo te querría”, etc.
Retomando el ejemplo, el amigo que escucha tus problemas, pero al momento de darte su opinión se limita a criticarte, mermando tu autoconfianza y sin aportar nada constructivo (por poner un ejemplo bien de novela de las seis), es una reina de espadas.
Todo intento de resolver u opinar sobre los problemas sentimentales o emocionales, propios o ajenos, sin hacerlo desde las emociones sino desde el pensamiento, es una reina de espadas, porque el pensamiento sin sentimiento deriva en juicio sin comprensión. Una característica masculina donde debiera haber una femenina.
La síntesis de la carta puede ser la sensación, o la situación objetiva, de buscar compasión y encontrarse juzgado.
Necesitar afecto y encontrar desamor, crítica e imposición.
Esta combinación abre la puerta a que tanto la imposición como el desamor sean velados, y que toda la situación se encubra bajo apariencias engañosas.
Son elementos tradicionales de la carta las referencias al aire en forma de nubes y pájaros (uno solitario en este caso, indicando la melancolía), la imagen femenina y los colores grises.
Pueden ser palabras clave para su interpretación: soledad – melancolía femenina – ausencia – manipulación afectiva- engaño
CRUZAGRAMAS: En esta casa siempre hay plata para libros (por Ariel Torres)
Cuando mis padres lograron comprar su primera casa, el mensaje desde la comandancia general, es decir, mi madre, fue claro: "De ahora en más, no habrá dinero para lujos durante un tiempo bastante largo. Hay que pagar la casa". [...]
[...] Sin embargo, la más importante de las lecciones acerca del dinero me la dio mi padre. Mientras estábamos pagando aquella casa, descubrí los libros. Peor todavía, un par de años después descubrí las librerías. Después dicen que el dinero no puede comprar la felicidad. Por favor: Qué frase hueca.
Había migrado de los juguetes a los libros, pero ambos tenían el mismo estigma: una etiqueta con un número precedido por el signo pesos. [...]
Los libros que más me gustaban eran totalmente inalcanzables. Esto me inspiró para poner en práctica una táctica que poco a poco fui depurando: pedirle plata a mi padre en lugar de acudir al oficial financiero de la familia. Sabía cuál iba a ser su respuesta, pero no perdía nada con intentarlo. Quería ese libro.
Un día, cuando llegó del trabajo, le planteé el problema. No quería privarlo de la salida previsible: "Hablalo con tu madre". Pero me dijo otra cosa, muy diferente, muy inesperada: "Ariel, en esta casa siempre hay plata para libros". Unos días después me acompañó a comprar el libro. [...]
(lee el artículo completo en cruzagramas )
AVARICIA - GREED - AVARICE - AVARITIA
LUJURIA - LUST - FORNICATION - LUXURIA
PEREZA - SLOTH - DISCOURAGEMENT - ACEDIA
Acuarelas... en proceso
¿Quién tiene la culpa?
Monólogo de Tato Bores, escrito por Santiago Varela
La culpa de todo la tiene el ministro de Economía dijo uno. ¡No señor! dijo el ministro de Economía mientras buscaba un mango debajo del zócalo.
La culpa de todo la tienen los evasores. ¡Mentiras! dijeron los evasores mientras cobraban el 50 por ciento en negro y el otro 50 por ciento también en negro.
La culpa de todo la tienen los que nos quieren matar con tanto impuesto. ¡Falso! dijeron los de la DGI mientras preparaban un nuevo impuesto al estornudo.
La culpa de todo la tiene la patria contratista; ellos se llevaron toda la guita. ¡Pero, por favor...! dijo un empresario de la patria contratista mientras cobraba peaje a la entrada de las escuelas públicas.
La culpa de todo la tienen los de la patria financiera. ¡Calumnias! dijo un banquero mientras depositaba a su madre a siete días.
La culpa de todo la tienen los corruptos que no tienen moral. ¡Se equivoca! dijo un corrupto mientras vendía a cien dólares un libro que se llamaba "Haga su propio curro" pero que, en realidad, sólo contenía páginas en blanco.
La culpa de todo la tiene la burocracia que hace aumentar el gasto público. ¡No es cierto! dijo un empleado público mientas con una mano se rascaba el pupo y con la otra el trasero.
La culpa de todo la tienen los políticos que prometen una cosa para nosotros y hacen otra para ellos. ¡Eso es pura maldad! dijo un diputado mientras preguntaba dónde quedaba el edificio del Congreso.
La culpa de todo la tienen los dueños de la tierra que no nos dejaron nada. ¡Patrañas! dijo un terrateniente mientras contaba hectáreas, vacas, ovejas, peones y recordaba antiguos viajes a Francia y añoraba el placer de tirar manteca al techo.
La culpa de todo la tienen los comunistas. ¡Perversos! dijeron los del politburó local mientras bajaban línea para elaborar el duelo.
La culpa de todo la tiene la guerrilla trotskista. ¡Verso! dijo un guerrillero mientras armaba un coche-bomba para salvar a la humanidad.
La culpa de todo la tienen los fascistas. ¡Malvados! dijo un fascista mientras quemaba una parva de libros juntamente con el librero.
La culpa de todo la tienen los judíos. ¡Racistas! dijo un sionista mientras miraba torcido a un coreano del Once.
La culpa de todo la tienen los curas que siempre se meten en lo que no les importa. ¡Blasfemia! dijo un obispo mientras fabricaba ojos de agujas como para que pasaran diez camellos al trote.
La culpa de todo la tienen los científicos que creen en el Big Bang y no en Dios. ¡Error! dijo un científico mientras diseñaba una bomba capaz de matar más gente en menos tiempo con menos ruido y mucho más barata.
La culpa de todo la tienen los padres que no educan a sus hijos. ¡Infamia! dijo un padre mientras trataba de recordar cuantos hijos tenía exactamente.
La culpa de todo la tienen los ladrones que no nos dejan vivir. ¡Me ofenden! dijo un ladrón mientras arrebataba una cadenita a una jubilada y, de paso, la tiraba debajo del tren.
La culpa de todo la tiene los policías que tienen el gatillo fácil y la pizza abundante. ¡Minga! dijo un policía mientras primero tiraba y después preguntaba.
La culpa de todo la tiene la Justicia que permite que los delincuentes entren por una puerta y salgan por la otra. ¡Desacato! dijo un juez mientras cosía pacientemente un expediente de más de quinientas fojas que luego, a la noche, volvería a descoser.
La culpa de todo la tienen los militares que siempre se creyeron los dueños de la verdad y los salvadores de la patria. ¡Negativo! dijo un coronel mientras ordenaba a su asistente que fuera preparando buen tiempo para el fin de semana.
La culpa de todo la tienen los jóvenes de pelo largo. ¡Ustedes están del coco! dijo un joven mientras pedía explicaciones de por qué para ingresar a la facultad había que saber leer y escribir.
La culpa de todo la tienen los ancianos por dejarnos el país que nos dejaron. ¡Embusteros! dijo un señor mayor mientras pregonaba que para volver a las viejas buenas épocas nada mejor que una buena guerra mundial.
La culpa de todo la tienen los periodistas porque junto con la noticia aprovechan para contrabandear ideas y negocios propios. ¡Censura! dijo un periodista mientras, con los dedos cruzados, rezaba por la violación y el asesinato nuestro de cada día.
La culpa de todo la tiene el imperialismo. Thats not true! (¡Eso no es cierto!) dijo un imperialista mientras cargaba en su barco un trozo de territorio con su subsuelo, su espacio aéreo y su gente incluida.
The ones to blame are the sepoy, that allowed us to take even the cat (la culpa la tienen los cipayos que nos permitieron llevarnos hasta el gato). ¡Infundios! dijo un cipayo mientras marcaba en un plano las provincias más rentables.
La culpa de todo la tiene Magoya. ¡Ridículo! dijo Magoya acostumbrado a estas situaciones. La culpa de todo la tiene Montoto. ¡Cobardes! dijo Montoto que de esto también sabía un montón.
La culpa de todo la tiene la gente como vos por escribir boludeces. ¡Paren la mano! dije yo mientras me protegía detrás de un buzón.
Yo sé quién tiene la culpa de todo.
La culpa de todo la tiene El Otro. ¡El Otro siempre tiene la culpa! ¡Eso, eso! exclamaron todos a coro. El señor tiene razón: la culpa de todo la tiene El Otro. Dicho lo cual, después de gritar un rato, romper algunas vidrieras y/o pagar alguna solicitada, y/o concurrir a algún programa de opinión en televisión (de acuerdo con cada estilo), nos marchamos a nuestras casas por ser ya la hora de cenar y porque el culpable ya había sido descubierto. Mientras nos íbamos no podíamos dejar de pensar:
¡Qué flor de guacho que resultó ser El Otro...!
pero que buen asado... jeje
preparando las ensaladas, con andrea y hernán, y la previa del asado, jaja
charlando con gus y pablitoooo
con gus, pablito y geri
en grupete de mesa
con el gran pablitoooooooooo (por dios! qué comilón! jajajaja)
con mi amigui andrea! bue, acá ya se ve que toy a punto de quebrar definitivamente! jajaja
todo el grupete a la vista, aunque sean sólo las piernas! jeje
y ahí yo, en el medio, con un dolor de cabeza maaaal!!!! presionando la nuca en el respaldo de la sila... un papelón... pfff